¡Basta de bullying!¿Qué les hice?
Al oír la alarma, Pedro se despertó e
instantáneamente dijo: - No quiero ir a la escuela, ¡No quiero! Solo quiero dormir.
Permaneció
acostado un rato más, miraba al techo, daba vueltas para un lado y otro de la
cama, y se preguntaba tomándose la cabeza: ¿Por qué tengo que ir a la escuela?.
Desde la cocina, su madre que estaba
preparando el desayuno le avisó:
-Arriba Pedro, son las 7. Levántate y veni a
desayunar que vas a llegar tarde.
El año
recién comenzaba, era un 10 de Abril y Pedro deseaba que finalice. Fastidiado
se preguntaba: -Ufa, ¿Cuándo va a terminar este infierno?.
A pesar de su
desgano, se levantó. Primero fue al
baño, luego volvió a su dormitorio a vestirse mientras decía: -Nadie me
entiende, solo pido quedarme a dormir.
Pedro tenía
15 años, su pasión eran los libros y detestaba
los deportes, actitud que era causa de bromas entre los chicos de su edad.
Físicamente era pequeño, y sumado a su falta de interés, esto generaba quedar
excluido en los partidos de fútbol que se organizaban en el colegio.
Antes
de ir a desayunar, quedó unos instantes observando los libros que tenía en su
habitación. En el inventario de cosas que había allí, estos predominaban. Eran
sus mejores amigos, sobre todo los de Julio Cortázar, su ídolo. Él los
contemplaba y pensando en voz alta expresó: -Por suerte existen ustedes.
Mientras
desayunaba le comentaba a su Mamá que no quería ir a la escuela, y se excusaba:
-Che Mamá, no me siento bien, me duele
todo el cuerpo.
Sin embargo, su madre le respondió: -No Pedro, no podes faltar. Recién empieza el año y vas a acumular, innecesariamente, faltas.
Entonces
Pedro demostrándole fastidio tomó su mochila, y a paso lento y
cabeza gacha, se fue caminando rumbo a la escuela. Tenía puesto un guardapolvo gris y cargaba con
una mochila que le encorvaba la espalda.
Llego
tarde a la escuela, su curso ya estaba en el aula. Entonces apuró el paso para
que no le pongan tardanza. Casi corriendo y exhausto entró a la clase. Saludó a
su profesora de inglés que estaba en su escritorio y sin levantar la vista se
dirigió a su banco.
Mientras
tanto, la docente avisaba que la clase iba a ser dinámica: -Bueno chicos, hoy
trabajaremos en conjunto, formaremos grupos de a dos y se formularan diálogos.
De esta manera vamos a enfocarnos en la producción de preguntas y en la
pronunciación.
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Bullying moral [1] |
No
obstante para Pedro, la clase no había comenzado. Su mochila estaba cerrada,
sus útiles guardados y él miraba detenidamente el suelo. La profesora atenta a
su postura, le preguntó si le pasaba algo y desde el costado, un alumno señaló:-Siempre
hace lo mismo profe, busca protagonismo.
En
cambio ella insistió en saber, pero
Pedro expresó que nada le ocurría. Entonces, le pidió que se acomode adecuadamente para la
clase, y le consulto: Pedro, ¿Podrías preguntarle a Juan sobre lo que hizo el
fin de semana?
Esto generó que desde el fondo del aula un grupo de sus
compañeros empiecen a reírse y a cantarle:- Cerebritooo, cerebritooo,
cerebritoooooo
Ante la
falta de respeto, la maestra avisó que pondría amonestaciones ante algún otro
comentario descalificador. Igualmente los murmullos continuaron.
El
timbre sonaba indicando el horario del recreo, momento en el que decenas de
chicos ocupaban el patio. Se observaba que estos jugaban, se reían, mientras
Pedro estaba en un rincón aislado de todo eso.
En esa soledad, él disfrutaba de comer un sándwich
de jamón y queso, aunque de a ratos se interrumpía ante el acoso de un grupo de compañeros
que lo molestaban. Estos, pegandole palmadas en la cabeza y riéndose le decían:-
Dale librito danos un poco del sándwich, no seas egoísta. ¿Te lo vas a comer
todo? ¡Gordo!
El hostigamiento prácticamente duró todo el
recreo. A pesar de la constante agresión Pedro no lloró, solamente suplicaba:-¡Basta!
dejen de molestar, ¿Qué les hice?
Él
parecía no entender que pasaba, no sabía por qué se la agarraban siempre con
él.
Cuando
el timbre volvió a sonar, la violencia cesó por unos minutos. Todavía quedaba
una materia, era informática en la sala de computación. Pedro fue hasta su aula
a buscar un cuaderno y luego se dirigió para la sala en la que los esperaba su
profesor. En el recorrido se podía escuchar que sus compañeros lo empujaban y
le decían: -Dale pavo apurate, ni para caminar servís.
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Bullying físico [2] |
Y ante la provocación,
él avanzaba sacándolos con sus brazos y expresaba: -Dejen de joder, molesten a
otro.
Eran
las 11 y aún faltaba una hora para irse a su casa. Como cada uno de sus
compañeros, Pedro estaba trabajando con su correspondiente computadora. De repente,
a través de Facebook comenzó a circular una foto que hacía alusión a Pedro.
El
profesor caminaba el aula pero daba la sensación que no estaba allí. Pero
cuando por un instante salió de la clase, Pedro fue blanco de papeles, tizas que
le arrojaban y en el pizarrón le dedicaron un dibujo. La dedicatoria mostraba a
una persona con cara de libro, arriba aparecía su nombre y por el resto de la
pizarra insultos como: Gordo, feo, maricón, cerebrito.
A las
12 el timbre señalo el regreso a casa. Pedro retornó a paso lento, cabeza gacha
y con la espalda aún más encorvada. Al llegar a su casa la madre lo vio mal y
le preguntó al saludar:
-Hola
Pedro, ¿Cómo estás? ¿Te sucede algo?
Y como de costumbre, dirigiéndose a su
habitación, él le dijo: - No, nada me pasa Mamá. Solamente estoy cansado,
quiero dormir.